El Río Tinto es un lugar mágico, si lo miras con lo ojos adecuados. Es un lugar que a simple vista impacta por sus colores, pero si te adentras en sus micro paisajes y hace que tu niño o niña interior salga de dentro de ti es posible viajar a mundos imaginarios, ver seres mágicos o viajar a otros planetas. Todo depende de la imaginación y dejarse llevar. 

No es un lugar que la primera vez que lo visitas vuelvas a casa satisfecho, siempre querrás volver seguir trabajando esos reflejos, esos barros cuarteados, esos dibujos de barro del fondo del río, pero que cuando vuelvas todo sea distinto. Nada sea igual, los reflejos se convierten en espuma de colores, el barro en piedras de colores, el barro en lienzos coloridos. Y cuando llegas a casa vuelves a sentir esa sensación de volver a trabajar esas fotos que has realizado. 

Así en un interminable bucle que a pesar del calor o la incomodidad hace que siempre haya ganas de visitar este fantástico lugar.